Resignificar no es morir.

La imagen resignificada debe ser despojadoa de su rol de artífice para pasar a ser analizada como una función compleja y variable, como una entidad discursiva que caracteriza cierto tipo de discursos y que no se sitúa ni en la realidad ni en la ficción, sino en el borde mismo de su medio, marcando sus aristas, recortándolos, manifestando su modo de ser y de ser percibida, en suma, caracterizándolas frente a otros enunciados en el interior de un nuevo lenguaje.

La noción de la imagen resignificada deriva de la exégesis de la imagen según la cual se otorgaba autenticidad a la relaciòn de lo invisible y de alguna manera se limitaba la plurisignificación irreductible de éstos, pero esta noción está sujeta a evolución. Foucault enuncia, que no todo texto está provisto de la función-autor, pues existen miles de textos como cartas, contratos, declaraciones, borradores de obras, etc. que, aun firmadas, no se consideran "obras" del autor.

La relación entre la imagen y la obra del arstista es muy compleja y requiere diversos tipos de análisis. la imagen puede ser construida por el lector mediante un trabajo de exégesis estètica. Ahora bien, un mismo artista puede mostrar distintas imagenes esteticas en diferentes obras. Ante esa pluralidad de índices que remiten a la misma imagen resignificada, ésta debe ser considerada como la suma de todas esas voces.

El artista que produce la imagen, da origen a la entidad del autor. El autor es creado por su propia imagen y textualidad como una especie de máscara tras la que se oculta el individuo real. En las imagenes resignificadas metaficcionales no es la imagen sino la simulaciòn —en este caso realidad implícita— la que pretende ser veraz para hacer más verosímil la obra exponiendo de paso su condición de producto artístico. Se trata de una paradoja entre el carácter ficcional de la obra y su deseo de hacerse cada vez más verosímil.

Convendría reconocer la propia fragmentación de la imagen, su estatuto igualmente convencional y, por tanto, la pluralidad de sus voces y sus disfraces. La enigmática figura del artista se mueve entre la voluntad de verdad o de verosimilitud y de ocultamiento, de ficción o simulación, y es en esa tensión donde se cumple y a la vez se difumina su entidad.

El artista debe asumir la imperfección de la obra. El artista sólo alcanza a producir sugerencias de significado, pero es el vidente quien las define y quien las completa porque es en el espectador donde la obra se cumple en la misma medida que el mensaje de una pieza, sólo alcanza su plenitud en la representación.

La resignificaciòn de la imagen que llega del artista a los espectadores no es otra cosa que lenguaje, y en el momento en que el artista escribe se difumina su yo en medio de las redes de las palabras. El artista se "colectiviza" cuando escribe, renuncia a sí mismo; cuanto más escribe, más lejos está su individualidad. 

Je veux que tu plonges dans la profonde... et magnifique mélancolie de tout ce qui est arrivé..

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